jueves, 11 de febrero de 2010

LAS CASAS EN ATENAS


La mayor parte de las casas son muy mediocres, y sólo hay unas cuantas adecuadas.
También se excavaban en la roca viviendas pobres. Una de estas cuevas artificiales consta de tres habitaciones con un vestíbulo saliente, era un habitáculo rupestre, que sirvió de panteón en la época romana.

Otras viviendas están sólo adosadas a las paredes de la roca viva, o instaladas en pequeñas terrazas que se han obtenido mediante nivelación.

En los barrios populares la mayoría de las casas eran muy pequeñas y tenían solamente una planta baja con dos o tres minúsculas habitaciones. Cuando tenían una planta más con una o dos habitaciones, a menudo se accedía a ella a través de una escalera exterior de madera. Estas buhardillas se podían alquilar a pobres campesinos o a extranjeros que deseaban contar con un pequeño refugio en la ciudad.

Los muros de estas casas eran de madera, de ladrillo o de guijarros aglutinados por mortero hecho de tierra. Eran tan fáciles de perforar que los ladrones no se molestaban en forzar las puertas, preferían hacer un agujero en los delgados tabiques.

Las puertas se abrían hacia fuera y que se daban unos golpecitos antes de salir para evitar la incomodidad de causar tropiezos con una puerta que se abriera con brusquedad.
Los tejados eran planos. Las ventanas eran muy pequeñas, de la dimensión de pequeños tragaluces, ya que los antiguos desconocían el uso del cristal transparente.

Cuando se alquilaban esas casas, el propietario, si no recibía regularmente el importe del alquiler, recurría para cobrar su deuda a medios enérgicos: quitaba la puerta, las tejas, o cerraba la boca del pozo. Y los inquilinos insolventes iban a sumarse a la multitud de los sin hogar.
La gente pobre se refugiaba en los baños cuando hacía mal tiempo para encontrar allí un poco de calor.

Los alimentos se cocinaban al aire libre, sobre un brasero. Antes del siglo IV no parecen haber tenido cocina, e incluso donde existía la cocina no debía de haber un lugar fijo para el hogar: se encendía el fuego en el exterior y se transportaba al interior de la casa cuando la madera o los carbones ya habían prendido y hacían menos humo. El problema del humo seguía existiendo cuando los habitantes sentían la necesidad de calentarse. El procedimiento más elemental consistía en levantar una placa o una teja del tejado cuando se encendía el fuego, también podían encontrarse en la parte superior de los muros, bajo la cornisa.

La mayoría de las casas eran así de humildes, pero otras, como los barrios residenciales, debían ser más cómodas. Estas viviendas colectivas debían ser parecidas a nuestros inmuebles de vecindad. Las mejores conservadas tienen un trazado de conjunto casi cuadrado. Todas las habitaciones dan a un pórtico interior (παστἀs), seguido de un patio (αυλἐ), precedido a su vez de un vestíbulo (πρὀθιρον). La pastás suele estar orientada totalmente al sur. La puerta de entrada puede estar situada en el lado sur o en el este. La sala decorada con mosaicos en la que se ofrecían los banquetes, el andrón, podía estar en el ángulo noreste o en el sureste, pero el amplio salón (διαιτἐριοω) estaba situado al norte, detrás de la pastás, a través de la cual recibía la luz. El comedor cotidiano (οικοs) tenía adosados el cuarto de baño y la cocina. Una bodega y un obrador completaban la planta baja. En la primera planta se encontraban sobre todo las habitaciones: cámara conyugal (τἀλαμο), zona de las mujeres (γινεχεο) y reductos donde dormían los esclavos.

La decoración de las casas se limitó en primer lugar a una simple capa de cal en las paredes. Algunos mosaicos decoraron el andrón o el patio del peristilo.
Los muros de las viviendas más ricas estaban adornados con tapices y bordados. Los techos a veces estaban decorados y tenían artesonados.

Además de los lechos, las mesas, sillas y taburetes, en el mobiliario se incluían baúles y cofrecillos en los que se guardaba la ropa y las joyas. Además de muchos vasos pintados, no tenían un uso doméstico, sino que se exponían como adornos.

Pero estas casas no eran frecuentes en Atenas en el siglo IV. La mayoría parecían auténticos cuchitriles y la mayoría eran demasiado diminutas como para permitirse el lujo de tener instalaciones sanitarias.

Las camas eran marcos de madera con correas sobre las que se colocaba, a modo de colchón, una delgada estera de junco o de caña, y que se utilizaban mantas y almohada, pero no se habla nada de sábanas. Durante el verano preferían dormir en la terraza plana de la casa, para aprovechar mejor el fresco de la noche.


Bibliografía:

Libro: La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles.

Fotografía:

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Webs sobre las casas en Atenas:



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